Dá para perceber o ambiente venezuelano.
Já lá está Sócrates.
Já lá está Sócrates.
“Balada para un loco”
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“Media luna en la cabeza, las rayas de la camisa pintadas en la piel, dos medias suelas clavadas en los pies y una banderita de taxi libre levantada en cada mano”. Apenas he puesto “media luna en la cabeza” en sustitución de “medio melón en la cabeza”. Es claro para los tangófilos que hablo de “Balada para un loco”, la inolvidable pieza de Astor Piazzolla a la que el poeta Horacio Ferrer puso letra. Es posible que caminando por Buenos Aires lo haya visto en mi imaginación, tal como el poeta lo consideró, “mezcla rara de penúltimo linyera y de primer polizonte en el viaje a Venus”. Es posible que haya visto como los maniquíes le guiñaban, como lo semáforos le daban tres luces celestes y las naranjas del frutero de la esquina le tiraban azahares.
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No hay duda: las tardes de Buenos Aires tienen ese qué se yo. Ella me llevó en un largo recorrido a un arrabal, quería que viese la verdad de la ciudad, sus intimidades, el corazón de donde brotó el tango. Allí no había un montaje teatral, allí no se escenificaba una pieza de algún dramaturgo underground. Eran los vecinos bailando, con sus sombreros y sus pañuelos, era la naturalidad de Buenos Aires, era el espectáculo de la verdad. No me atreví a decirle, después de esas imágenes inolvidables que conservaré siempre en mi memoria, que quería ir a la calle Arenales a ver al loco del poeta Ferrer sacándose, para saludar, el medio melón de la cabeza. Al fin y al cabo ya le había dicho que mi preferido era Goyeneche, el polaco, el ya viejo con la voz oscurecida por el alcohol, el mismo que cantó “Balada para un loco” en el Teatro Colón acompañado por Piazzolla en una grabación memorable que conservo como un tesoro, provocando su mirada de reproche (la de ella).
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No podemos ni debemos cambiar las letras de los tangos. Sin embargo, hoy amanecí con “Balada para un loco” en la memoria y provoca parafrasear: “Subite a mi ilusión super-revolucionaria/ vamos a correr por las cornisas/ con una golondrina en los cinco motores”. Y agregar: “La reserva me da un valsecito bailador”. Las palabras son secesión, media luna, ejército zuliano, perderemos al Zulia sólo guerra mediante, no nos quedaremos inmóviles ante la agresión a Bolivia. Debe agregarle al pueblo venezolano: “Quereme así, piantao, piantao, piantao...”
No tengo la menor duda: provoca campanarios con la risa.
O blogue de Teódulo Meléndez López VER AQUI
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